sábado, 28 de noviembre de 2015
BERNINI
martes, 24 de noviembre de 2015
ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE TOULOUSE -LAUTREC
Nació en el castillo de Albi en el seno de una familia de la nobleza. En su familia, como era habitual en muchas dinastías de la antigua aristocracia, muchos matrimonios se concertaban entre parientes para evitar las divisiones territoriales y la dispersión de la fortuna. Este fue el caso de los padres de Henri, el conde Alphonse de Toulouse-Lautrec-Montfa y Adèle Tapié de Celeyran, que eran primos en primer grado. La endogamia hubo de condicionar la salud del artista. Henri fue el primogénito y cuando tenía cuatro años nació su hermano Richard-Constantine, que falleció un año después. Por desavenencias, sus padres se separaron en 1868 y él quedó bajo el cuidado de su madre.
Su infancia fue feliz a pesar de que padeció una enfermedad que afectaba al desarrollo de los huesos y que comenzó a manifestarse en él en 1874. Su constitución ósea era débil y entre mayo de 1878 y agosto de 1879 sufrió dos fracturas en los fémures de ambas piernas, que le impidieron crecer más, alcanzando una altura de 1,52 m.
CARRERA EN PARÍS
Toulouse-Lautrec decidió ser pintor, y con el apoyo de su tío Charles y unos pintores amigos de la familia, como Princetau, John Lewis Brown y Jean-Louis Forain, fue a vivir a París en 1881. Allí, fue alumno de Léon Bonnat, que era un retratista de moda, y, cuando se cerró el taller de Bonnat en septiembre de 1882, tuvo que buscar un nuevo maestro, Fernand Cormon. En el estudio de Cormon se hizo amigo de Vincent van Gogh.[2]
En 1884 Toulouse-Lautrec fue a vivir al barrio de Montmartre, donde tuvo vecinos como Degas. La fascinación que sentía por los locales de diversión nocturnos le llevó a frecuentarlos con asiduidad y hacerse cliente habitual de algunos de ellos como el Salón de la Rue des Moulins, el Moulin de la Galette, el Moulin Rouge, Le Chat Noir o el Folies Bergère.[2] Todo lo relacionado con este mundo, incluida la prostitución, constituyó uno de los temas principales en su obra. En sus obras de los bajos fondos de París pintaba a los actores, bailarines, burgueses y prostitutas. A estas las pintaba mientras se cambiaban, cuando acababan cada servicio o cuando esperaban una inspección médica.
Al contrario que los artistas impresionistas, apenas se interesó por el género del paisaje, y prefirió ambientes cerrados, iluminados con luz artificial, que le permitían jugar con los colores y encuadres de forma subjetiva. Muy observador, le atraían la gestualidad de los cantantes y comediantes, y le gustaba ridiculizar la hipocresía de los poderosos, que rechazaban en voz alta los mismos vicios y ambientes que degustaban en privado.
Los dueños de los cabarets le pedían que dibujara carteles para promocionar sus espectáculos, algo que entusiasmó mucho a Lautrec, ya que en sus largas noches en estos locales dibujaba todo lo que veía y lo dejaba por las mesas. Al contrario que el incomprendido Vincent van Gogh, Toulouse-Lautrec llegó a vender obras y fue reconocido, si bien su popularidad radicó en sus ilustraciones para revistas y carteles publicitarios más que en la pintura al óleo.
Tuvo grandes amigas como la bailarina Jane Avril, a la cual dedicó varios cuadros y carteles. Conoció a bailarines reconocidos como Valentín el Descoyuntado, payasos y demás personajes de las fiestas y espectáculos por los suburbios. Este mundillo de vicio y extravagancia fue un refugio para Lautrec, quien se sentía rechazado por la nobleza a la que pertenecía por origen. Su minusvalía causaba rechazo en los salones chic, y en Montmartre pudo pasar desapercibido y dar rienda suelta a su bohemia. Criticaba a todos aquellos que reflejaban paisajes en sus cuadros, ya que él opinaba que lo que verdaderamente valía la pena eran las personas, el pueblo. Se consideraba a sí mismo un cronista social y se mezcló, pintó y fue como el pueblo. Pintó grandes obras como La inspección médica.
![](https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/4/48/Toulouse-Lautrec_in_his_workshop_with_a_nude_model_%28photo_by_Maurice_Guibert%29.jpg/350px-Toulouse-Lautrec_in_his_workshop_with_a_nude_model_%28photo_by_Maurice_Guibert%29.jpg)
En 1886 abandonó el estudio de Cormon y arrendó el suyo propio. En los años 1890 viajó hasta Londres donde conoció y retrató a Oscar Wilde; también diseñó el programa de mano (folleto o cuadernillo) repartido en el estreno parisino de su drama Salomé.
Tenía problemas con el alcohol, lo que muchas veces derivaba en locura. Además contrajo la sífilis. El alcoholismo deterioró su salud, y a partir de 1897 padeció manías, depresiones y neurosis, además de ataques de parálisis en las piernas y en un costado. En 1897 tuvo que ser recogido de las calles a causa de una borrachera, y poco después en un delírium trémens llegó a disparar a las paredes de su casa creyendo que estaban llenas de arañas. Sin embargo, seguía pintando de forma firme y rápida; pero lo volvieron a recoger alcoholizado en 1899 y lo internaron en un sanatorio mental, donde realizó una colección de pinturas sobre el circo. Le dejaron ir a casa de su madre en las posesiones de ésta cerca de Burdeos, y el 9 de septiembre de 1901 murió postrado en su cama.
En 1922 su madre y su tratante abrieron el Museo Toulouse-Lautrec en el Palacio de la Berbie, Albi, muy visitado y reconocido por su amplia colección.
OBRA
La obra de Toulouse-Lautrec se caracteriza por su estilo fotográfico, al que corresponden la espontaneidad y la capacidad de captar el movimiento en sus escenas y sus personajes, siendo el suyo un estilo muy característico. A esto hay que añadir la originalidad de sus encuadres, influencia del arte japonés, que se manifiesta en las líneas compositivas diagonales y el corte repentino de las figuras por los bordes. Poseía una memoria fotográfica y pintaba de forma muy rápida. Sin embargo, su primera influencia fue la pintura impresionista y, sobre todo, la figura de Degas, de quien siguió la temática urbana alejándose de los paisajes que interpretaban Monet o Renoir. Fue la vanguardia del modernismo y del art nouveau.
Lautrec fue fundamentalmente un dibujante e ilustrador, tareas que le permitieron subsistir. Sus pinturas al óleo son comparativamente escasas y apenas las expuso en vida. Al contrario que Van Gogh, su «malditismo» o fama de persona marginal no implicaron que fuese un artista fracasado; y de hecho fue muy popular por sus ilustraciones y carteles publicitarios. Aportó quince diseños al semanario Le Rire y también ilustró el programa de mano del estreno teatral de Salomé de Oscar Wilde.
sábado, 21 de noviembre de 2015
ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE MARIANO FORTUNY
Quedó huérfano a los seis años de edad, y fue criado por su abuelo; este fue su tutor y su mejor valedor en sus primeros años y en su edad temprana, favoreciendo su formación artística con el pintor reusense Domènec Soberano. Siendo aún niño, Fortuny también trabajó con el platero y orfebre miniaturista reusense Antoni Bassa, quien influirá en la minuciosidad que caracterizará en el futuro su pintura.
![](https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/2/29/Viejo_desnudo_al_sol.jpg/220px-Viejo_desnudo_al_sol.jpg)
En 1852 se trasladó a Barcelona en compañía de su abuelo. Allí entró a trabajar en el taller del escultor Domènec Talarn, quien, satisfecho con los avances de su joven alumno, le gestionó una pequeña pensión de la Obra Pía y la matrícula gratuita en la Escuela de Bellas Artes de la Lonja, donde recibirá por primera vez formación oficial. Sus maestros en la Escuela serán Pablo Milà y Fontanals, Luis Rigalt y Claudio Lorenzale, algunos muy influidos por el llamado «purismo nazareno».
En 1858 se trasladó por primera vez a Roma con una pensión de la Diputación de Barcelona, donde entablará amistad con otros artistas españoles en la ciudad como Eduardo Rosales o Dióscoro Puebla. En Roma conoció también varios artistas italianos, entre todos Attilio Simonetti (1843–1925) se volvió su discípulo y amigo fraterno.
En 1860 estalló la Primera Guerra de Marruecos, y la Diputación de Barcelona encargó a Fortuny que viajara a este país con el ánimo de convertirse en cronista gráfico de la contienda en compañía de Pedro Antonio de Alarcón. Allí se integraría como pintor en el regimiento del general Juan Prim, también originario de Reus.
África va a suponer un descubrimiento para Fortuny, deslumbrado por la luz norteafricana y encandilado por las planicies abiertas, las luces y los habitantes de Marruecos, llegando incluso a aprender nociones de árabe para integrarse mejor en el contexto. Se liberará desde este momento de convenciones y academicismos, sintiéndose atraído intensamente por los temas orientales. Como consecuencia esa estancia, Fortuny pintó algunas de las obras más significativas de su producción, como La batalla de Tetuán (Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona). O paisajes donde practicó todas las aportaciones técnicas que fue añadiendo a su pintura como Paisaje norteamericano (Museo Carmen Thyssen Málaga), mediante las cuales consigue conferir una intensa sensación ambiental de pleno sol a una composición de apariencia engañosamente intrascendente.
Tras su regreso a Europa volvió a Roma. Contrajo matrimonio con Cecilia de Madrazo, hija del pintor Federico de Madrazo y hermana del también pintor Raimundo de Madrazo, con quien Mariano Fortuny llegaría a establecer una íntima amistad. Íntimo amigo hasta su muerte y con quien disfrutaría el maestro de Reus de una de sus aficiones: los toros. Fiesta nacional que apasionó al pintor y de la que quedó encandilado por sus valores plásticos, impresionado por la mezcla de color y drama ritual, elegancia y brutalidad desmedida del universo taurino. Obras como Corrida de toros. Picador herido(Museo Carmen Thyssen Málaga) de 1867, dejan atrás el preciosismo idiosincrásico del pintor para captar con un agudísimo sentido del movimiento instantáneo la sensación de fuerza bruta y dramatismo desaforado de los protagonistas.
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Poco después pintó uno de sus cuadros más famosos: La vicaría (Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona), inspirado supuestamente en la vicaría de su parroquia en Madrid, pero que muchos identifican como la vicaría de la prioral de Sant Pere de Reus. Théophile Gautier lo alabó extraordinariamente, lo que contribuyó a incrementar su fama. El marchante Adolphe Goupil, con quien Fortuny había suscrito un contrato de exclusividad en septiembre de 1866, compró el cuadro por 70.000 francos y no lo quiso exponer por miedo a estropearlo, hasta que lo revendió por 250.000 francos.
Hacia 1870 Fortuny se trasladó a París, donde contempló las obras del Museo del Louvre, y del Museo de Luxemburgo, interesándose especialmente por artistas como Horace Vernet, Eugène Fromentin, Alexandre Decamps y, muy especialmente, Eugène Delacroix. En ese año expuso varias obras en la sala parisina de Adolphe Goupil; esta muestra fue elogiada por varios críticos como Théophile Gautier y fue un paso clave en su consagración internacional.
En 1868 los Fortuny se instalan en Granada, donde pintará diversas obras y hacia donde atraerá a algunos de sus amigos de París, como Martín Rico, Jules Worms o el bilbaíno Eduardo Zamacois (quien, finalmente, moriría en Madrid antes de llegar).
Fortuny viajó brevemente a Londres, y después a Nápoles y a la pequeña localidad de Portici, en el sur de Italia. En aquella época manifestaba síntomas de depresión; el éxito comercial le había encumbrado a una envidiable posición social y económica, pero la clientela le demandaba un tipo de pintura que le impedía evolucionar. En mayo de 1874 regresó a París con la intención de romper su relación con Goupil. Finalmente el 9 de noviembre de 1874 volvió a Roma, donde murió el 21 de noviembre, debido a una hemorragia estomacal causada por una úlcera.
En abril de 1875, los cuadros que aún se encontraban en su estudio y los diferentes objetos que que Fortuny había reunido en su colección privada fueron subastados en el Hotel Drouot de París, alcanzando ya entonces precios desorbitados.
![](https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/1/11/MARIANO_FORTUNY_-_La_Batalla_de_Tetu%C3%A1n_%28Museo_Nacional_de_Arte_de_Catalu%C3%B1a%2C_1862-64._%C3%93leo_sobre_lienzo%2C_300_x_972_cm%29.jpg/500px-MARIANO_FORTUNY_-_La_Batalla_de_Tetu%C3%A1n_%28Museo_Nacional_de_Arte_de_Catalu%C3%B1a%2C_1862-64._%C3%93leo_sobre_lienzo%2C_300_x_972_cm%29.jpg)
A pesar de su muerte a los 36 años, su estilo y el virtuosismo técnico de su obra le definen como un auténtico genio que marcó indeleblemente a toda una generación de pintores europeos. Cultivó una figuración preciosista, atenta a los detalles y juegos de luces, plasmada con asombrosa precisión mediante un toque de pincel aparentemente libre y espontáneo. Pero el éxito comercial y las exigencias de su marchante Goupil refrenaron una evolución que él deseaba, y que pudo revolucionar la pintura española de haber seguido vivo. Apuntan hacia esta nueva línea sus últimas obras como Desnudo en la playa de Portici o Los hijos del pintor en un salón japonés (ambas obras en el Museo del Prado).
Su corazón fue enterrado en Reus, su localidad natal, en la prioral de Sant Pere. En Reus, asimismo, se dio su nombre al teatro principal de la ciudad (el Teatro Fortuny, aún existente), una plaza (la Plaza del Pintor Fortuny, más conocida como Plaza del Condesito, personaje protagonista de una de las más populares acuarelas del maestro) y más tarde a una avenida.
Su hijo Mariano Fortuny y Madrazo fue un notable pintor, escenógrafo y diseñador.