jueves, 1 de octubre de 2015

LAS 10 PINTURAS MAS FAMOSAS DEL MUNDO. LOS FUSILAMIENTOS DEL 3 DE MAYO.( Francisco de Goya)


LOS FUSILAMIENTOS DEL 3 DE MAYO

Del autor Francisco de Goya, Los fusilamientos data de entre 1813-1814, perteneciente al Rococó español. Se trata de un óleo sobre lienzo y representa la lucha del pueblo español contra la dominación francesa en el marco histórico de la Guerra de la Independencia entre los días dos de mayo de 1808, día en el que los españoles se sublevan y que también está representado por dicho autor. Este cuadro fue un encargo de Luis María de Borbón y Vallabriga. Se conserva en el Museo del Prado.
1814 
Lienzo. 2,66 x 3,45
Museo del Prado, Madrid.
El lienzo Los fusilamientos del 3 de mayo en la montaña del Príncipe Pío de Madrid es uno de los más altos logros de la pintura española y, probablemente, uno de los hitos también de la pintura universal. Sin duda, además de sus excelencias artísticas, puede ser considerado uno de los cuadros de temática histórica más dramáticos de toda la historia del arte. 
La intensa pasión que inspira la composición consiguió que este lienzo de Goya fuese más que un recordatorio de un hecho concreto, y mucho más también que una simple arenga o un manifiesto fruto del fervor patriótico del autor. El pintor, llevado por la intensidad dramática de los hechos que narra, supo expresar en toda su violencia, aunque con sobriedad y eficacia extremas, la crueldad inexorable del hombre para el hombre y a la vez su exasperado y rebelde deseo de libertad. 
Pero el acierto de la obra no radica sólo en su significación, sino también en su extraordinario sentido de la anticipación. En ella, Goya supo destilar lo más personal de su técnica, que desemboca en un lenguaje plástico de fuerza desconocida hasta el momento y abre las puertas (aún a principios del siglo XIX) al expresionismo más actual. 
Se sabe que Goya observó estos cruentos episodios desde su quinta y que tomó apuntes la misma noche en que acontecieron los hechos, de donde proviene el extraordinario realismo de su pintura y su profunda sinceridad. Así lo testimonió su criado Isidro, que dejó para la posteridad una curiosa narración de los hechos, a la vez emotiva y vibrante: "Desde esta misma ventana vio mi amo los fusilamientos con un catalejo en la mano derecha y un trabuco cargado con un puñado de balas en la izquierda. Si llegan a venir los franceses por aquí, mi amo y yo somos otros Daoiz y Velarde." 
Isidro contó también que al acercarse la media noche Goya le ordenó que cogiese el trabuco y le siguiese: "Fuimos a la montaña del Príncipe Pío, donde aún estaban insepultos los pobres fusilados. Era noche de luna, pero como el cielo estaba lleno de negros nubarrones tan pronto hacía claro como oscuro. Los pelos se me pusieron de punta cuando vi que mi amo, con el trabuco en una mano y la cartera en la otra, me guiaba hacia los muertos (...). Luego, sentándonos en un ribazo, a cuyo pie estaban los muertos, mi amo abrió su cartera, la colocó sobre sus rodillas y esperó a que la luna atravesase un nubarrón que la ocultaba. Bajo el ribazo revoloteaba, gruñía y jadeaba algo (...), pero mi amo seguía tan tranquilo preparando su lápiz y su cartón. Al fin la luna alumbró como si fuera de día. En medio de charcos de sangre vimos una porción de cadáveres, unos boca abajo, otros boca arriba, éste en la postura del que estando arrodillado besa la tierra, aquel con la mano levantada."


Puede decirse que es pionera de una nueva generación pictórica, que rompe con las costumbres artísticas impuestas por el cristianismo y el Antiguo Régimen, ya en decadencia. No tiene ningún precedente en las pinturas de guerra y es reconocida como una de las primeras obras de lo que se conoce como arte contemporáneo. Kenneth Clark es tajante al afirmar «es la primera pintura que puede llamarse grande y revolucionaria en toda la extensión de la palabra, en su temática, en su género y en su intención.

Goya prescinde de los elementos del neoclasicismoimperante para representar la gesta. Coloca únicamente en el cuadro a los ejecutados y a sus poco visibles captores.

Se trata, en fin, como considera Bozal,de uno de los cuadros más apreciados y que más repercutieron en la obra de Goya y en la forma en que ha sido examinada. También, enuncia el historiador, refleja como pocas obras el punto de vista contemporáneo hacia la comprensión de la esencia de toda conflagración.

Habitualmente podría esperarse un cuadro que ensalzara al héroe como protagonista del cuadro. Bozal aprecia que Goya pudo colocar en el centro de su composición a los militares que más descollaron durante la guerra, Daoíz y Velarde, para establecer un opuesto paralelismo con aquellas obras que manifestaban el poder del emperador galo —cuyo prototipo era Napoleón cruzando los Alpes—.

El aragonés crea una composición en que el protagonismo cae en manos del colectivo anónimo que llega al más bajo estrato de violencia, diferenciándose de las estampas sobre el tema que habían publicado Tomás López EnguídanosZacarías González Velázquez y Juan Carrafa. Estas imágenes fueron reproducidas por José Ribelles y Alejandro Blanco (h. 1813), y para cuando Goya aborda la ejecución de sus cuadros de historia, las láminas —constituidas a modo de Aleluya— ya eran parte de la imaginación popular.

Monumento a Daoíz y Velarde..

Se categoriza dentro de la pintura histórica, que tenía algunos antecedentes en el arte español e italiano, pero ninguno tan realista como el de Goya.En lontananza se admira la silueta de algunos edificios, pero se aprecian tan desdibujados que no logran identificarse con exactitud.Sin embargo, no es inverosímil la hipótesis de que uno de ellos pueda tratarse del Cuartel del Conde-Duque, visible desde el monte del Príncipe Pío.



FRANCISCO DE GOYA

(Francisco José de Goya y Lucientes; Fuendetodos, España, 1746 - Burdeos, Francia, 1828) Pintor y grabador español. Goya fue el artista europeo más importante de su tiempo y el que ejerció mayor influencia en la evolución posterior de la pintura, ya que sus últimas obras se consideran precursoras del impresionismo. 

Goya aprendió de su padre el oficio de dorador, pero, decidido a dedicarse a la pintura, se trasladó a Madrid para formarse junto a Francisco Bayeu, con cuya hermana se casó en 1775, año de su establecimiento definitivo en Madrid. Bayeu le proporcionó trabajo en la Real Fábrica de Tapices, para la que realizó sesenta y tres cartones, en su mayor parte con escenas idílicas y de la vida diaria, plasmadas con colores claros y vivos e impregnadas de alegría y romanticismo. 

Simultáneamente, Goya empezó a pintar retratos y obras religiosas que le dieron un gran prestigio, hasta el punto de que en 1785 ingresó en la Academia de San Fernando y en 1789 fue nombrado pintor de corte por Carlos IV. 

Diez años más tarde, en 1799, pintó para el soberano el famoso retrato La familia de Carlos IV, que se considera una de sus obras maestras. Es un retrato oficial, formal en apariencia, pero en el que el autor se permite cierta ironía al plasmar a los personajes con un realismo crítico. 

Goya trabajó como retratista no sólo para la familia real, sino también para la aristocracia madrileña, y de hecho entre estos retratos se encuentran algunas de sus obras más valoradas, como La condesa de Chinchón o las famosas La maja vestida y La maja desnuda; sobre estas últimas dice la leyenda popular que representan a la duquesa de Alba, quien habría mantenido con el artista una relación de tintes escandalosos. En los retratos de Goya destaca, en líneas generales, su atento estudio de las posturas y las expresiones, así como los contrastes de luces y sombras que realzan la figura del protagonista.


Hacia 1799, el pintor concluyó una de sus grandes series de grabados, Los caprichos, ochenta y dos aguafuertes que constituyen una crítica feroz de la sociedad civil y religiosa de la época. En esta serie aparecen ya algunos personajes extraños y macabros que acabarán protagonizando obras posteriores del maestro. Por esos mismos años, Goya se ocupó de la decoración al fresco de la ermita de San Antonio de la Florida, donde realizó una obra de gran impacto escenográfico. 

En 1808, la invasión de España por las tropas napoleónicas colocó al artista en una situación delicada, ya que mantuvo su puesto de pintor de corte con José Bonaparte. Pese a todo, no se privó de plasmar los horrores de la guerra en obras como El 2 de mayo y Los fusilamientos del 3 de mayo, que reflejan los dramáticos acontecimientos de aquellas fechas en Madrid. Además, en los sesenta y seis grabados de Los desastres de la guerra (1810-1814), dio testimonio de las atrocidades cometidas por los dos bandos y acentuó visualmente la crueldad de la guerra como protesta contra ella lanzada a la posteridad desde la impotencia.

Por haber trabajado para José Bonaparte, el artista cayó en desgracia tras la restauración de Fernando VII, y en 1815 se retiró de la vida pública. En 1819 experimentó una recaída en la misteriosa enfermedad que en 1792 lo había dejado completamente sordo. Ello, unido a su nueva vida en soledad en la Quinta del Sordo, casa solariega que había comprado poco antes, debió de contribuir a la exacerbación imaginativa de que el artista dio muestras en la decoración de su nueva vivienda: catorce murales de gran tamaño con predominio de los tonos marrones, grises y negros, sobre temas macabros y terroríficos.

Estas obras, conocidas en la actualidad como Pinturas negras, han contribuido con el paso de los años a la consolidación del reconocimiento del genio de Goya, tanto por su originalidad temática como por su técnica pictórica de pincelada amplia y suelta. El pintor se trasladó en 1824 a Burdeos, donde residió hasta su muerte sin dejar de cultivar la pintura y el grabado. La lechera de Burdeos y algunos retratos ilustran la evolución del genio hacia una concepción de los valores plásticos que anuncia el impresionismo. Su obra, fecunda y versátil, de gran libertad técnica y brillantez de ejecución, no ha dejado de acrecentar la importancia de su figura hasta nuestros días.



No hay comentarios:

Publicar un comentario