sábado, 10 de octubre de 2015

DIEZ JOYAS DEL ARTE ROMANICO ESPAÑOL. ( San Salvador de Leyre)


MONASTERIO DE LEYRE

El Monasterio de San Salvador de Leyre, o simplemente Monasterio de Leyre (en euskera Leire), es uno de los conjuntos monásticos más importantes de España por su relevancia histórica y arquitectónica. Entre los diferentes edificios que componen el conjunto existen ejemplares del románico muy destacados por pertenecer a un periodo muy temprano del mismo y por su excelente estado de conservación. El monasterio se ubica en el nordeste de la Comunidad Foral de Navarra, cerca del límite con Aragón.
Existen noticias documentadas sobre Leyre ya en el siglo IX. El monasterio tuvo una gran relevancia en la historia de reino de Pamplona-Nájera y posteriormente en el de Navarra, así como en la Reconquista. En él está ubicado el panteón en el que yacen los primeros monarcas del reino de Pamplona.
Leyre fue fundado como un monasterio benedictino, aunque posteriormente pasó a estar en manos de monjes cistercienses. En la actualidad, el conjunto monástico pertenece a la Comunidad Foral de Navarra, que lo ha cedido a sus primitivos moradores, la orden benedictina, para su cuidado y funcionamiento.
HISTORIA
La fecha y circunstancias de la fundación del monasterio legerense son desconocidas. La primera referencia de su existencia se debe al presbítero mozárabe cordobés Eulogio, en una carta de 851 dirigida al obispo de Pamplona (Epistula ad Wiliesindum). En ella, recuerda su estancia en el monasterio tres años antes, en el año 848, en el transcurso de un viaje a tierras germánicas que tuvo que interrumpir forzadamente. Eulogio de Córdoba sería martirizado posteriormente en Córdoba y santificado, siendo conocido como San Eulogio. Redactó una crónica de su viaje y en ella, entre otros monasterios pirenaicos ya desaparecidos en los que se alojó, nombraba a Leyre. En la carta llega a señalar el nombre del entonces abad, un tal Fortún. Estas referencias quedan confirmadas por la obra apologética de Álvaro de Córdoba, amigo de Eulogio, sobre el santo (Vita vel passio Sancti Eulogii), así como con otro texto de Eulogio en el que dice
Estando yo en Pamplona y viviendo en el monasterio de Leyre, la curiosidad de saber hízome registrar todos los libros allí conservados. De improviso cayeron mis ojos en las páginas de un opúsculo sin nombre de autor, que contenía la siguiente historia acerca del nefando profeta: Nació el heresiarca Mahoma...
Estas referencias dan a entender que para el año 844 el monasterio tenía cierta relevancia y disponía de una buena biblioteca, lo cual indica que su fundación fue anterior. Otra referencia importante de la existencia del monasterio a mediados del siglo IX es el traslado de los cadáveres de las santas Nunilo y Alodia por orden real a Leyre.

Puerta lateral de la iglesia, antiguo acceso al monasterio viejo.
Se sabe que en la época en la que Eulogio viajó por Navarra, la relación entre los musulmanes y los navarros eran buenas, sin existir grandes obstáculos para desplazarse por el territorio peninsular. Sin embargo, la situación política del reino de Pamplona cambió durante esos años. Tradicionalmente, los reyes pamploneses y los Banu Qasi habían mantenido buenas relaciones (los Banu Qasi eran nobles hispanovisigodos convertidos al Islam que mantuvieron su dominio sobre el valle del Ebro tras la conquista musulmana y que tuvieron una actitud levantisca frente a las autoridades de Córdoba aliadas con los reyes pamploneses, a los que estaban unidos por vínculos familiares).
Sin embargo, a la muerte de Íñigo Arista, su hijo García Íñiguez se apartó de sus parientes musulmanes, entablando relaciones con los asturianos. Fruto de este cambio de alianzas fue la batalla de Clavijo (858) en la que la alianza de navarros y asturianos, mandados estos últimos por el rey Ordoño I, vencieron a las tropas de los Banu Qasi. No obstante, las acometidas de los reyes navarros contra los Banu Qasi provocaron la intervención del califa cordobés Abd al-Rahman III. Las campañas califales llegaron a Leyre en el 920 cuando los cristianos fueron derrotados por el califa en Liédena y la Foz de Lumbier. Pamplona fue saqueada y su catedral destruida. La entrada de los musulmanes en Navarra ya había obligado al obispado y al clero de Pamplona a establecerse en Leyre, donde mantuvieron la sede episcopal hasta el año 1023. También el poder político buscó refugio en el monasterio. El hecho de que el obispo de Pamplonaresidiese en el monasterio hizo que las dignidades episcopal y abacial recayeran en la misma persona. El rey Fortún Garcés, último de los Arista, que había vivido en Córdoba y era abuelo de Abd al-Rahman III, se retiró al monasterio tomando los hábitos en la primera mitad del siglo X (hay constancia de que en 928 vivía allí) junto a su caballerizo Aznar.
En los siglos IX y X Leyre era uno de los monasterios más importantes de la cristiandad peninsular, protegido por la monarquía del reino donde se asienta y con influencia sobre un gran territorio. Como ejemplo del apoyo brindado por los reyes navarros al monasterio de Leyre se pueden señalar las siguientes donaciones documentadas: el 15 de agosto de 991el rey Sancho Garcés II donaba al monasterio las posesiones que su hermano Ramiro tenía en Apardués; ya habían donado el 15 de febrero las que tenía en Navardún; el 18 de noviembre de 1050 era García de Nájera el que dona bienes a Leyre y el 28 de enero de 1085 el rey Sancho Ramírez incorporaba a Leyre las propiedades y los monasterios de Igal, Urdaspal y Roncal, así como otros bienes. El traslado de las Santas Mártires al monasterio tenía la finalidad de elevar la importancia del monasterio mediante el culto y la devoción a las reliquias que se profesaba en esa época, en especial en torno a la Ruta Jacobea.
Después del respiro a mediados del siglo X, la situación volvió a agravarse a finales del siglo. La iglesia anterior a la existente, cuyos cimientos han sido excavados, fue destruida en los ataques que realizaron Almanzor y Abd al-Maliq. En su lugar se construyó una iglesia nueva de la que se conserva la cripta y la cabecera.


CONJUNTO MONÁSTICO

Dos son los elementos más relevantes del monasterio: por una parte, su privilegiada situación; por otra, las construcciones que lo componen, al ser algunas de ellas los ejemplares de románico más antiguos de Navarra. Así, en su iglesia, en particular en la cabecera y en la cripta, se aprecia un románico primitivo. El estado de conservación de estos edificios es muy bueno, aunque el mobiliario se ha perdido en el transcurso del tiempo.

En Leyre destaca la calidad de la piedra proveniente de canteras propias que se hallaban en las cercanías del monasterio, en plena Sierra. La piedra es de color dorado con un veteado carminoso debido a la presencia de hierro con incrustaciones de cuarzo.

IglesiaEditar

Santa María de Leyre.

La iglesia de San Salvador de Leyre constituye el elemento arquitectónico principal del monasterio. Mantiene partes de la construcción románica del siglo XIal siglo XII, como la cripta, los ábsides, la torre, la naveprincipal y el pórtico, conocido como Porta Speciosa, sobre las que se superponen elementos posteriores, como la bóveda gótica, el panteón de los reyes de Pamplona y una pequeña capilla, también gótica, que data de los siglos XIV y XV. Entre la imaginería destacan la imagen de Santa María de Leyre, una talla de un Cristo muerto en la cruz del siglo XIV y el retablo de Santa Nunilo y Santa Alodia, del siglo XVII.

CabeceraEditar

La cabecera está construida sobre la cripta y fue consagrada, como aquella, en 1057. Se trata de la construcción románica más antigua de Navarra que se conserve en la actualidad, y una de las primeras de España. Sus tres ábsides de planta semicircular y altas naves cubiertas con bóvedas de cañón dan cobijo al altar, al coro con sillería plateresca y a la imagen de la Virgen del Leyre, obra de José López Furió.

De las tres naves, la central es más ancha que las laterales. El conjunto no guarda simetría al ser aquellas desiguales, siendo la izquierda más estrecha que la derecha. Por otra parte, sus arcos están sensiblemente rebajados tendiendo a la herradura. Los pilares tienen planta en cruz con columnas adosadas, sin basamento, y no son paralelos, sino que convergen en el sentado del ábside central. Los capiteles están decorados de forma muy austera, a base de bulbos, volutas y estrías. Los cimacios se decoran con motivos geométricos con rayas, círculos o puntillados. Sobre el ábside central, descentrado, se abre una pequeña ventana circular.

NaveEditar

La nave central es románica y es el resultado de la gran ampliación que se realizó en el siglo XII, en el transcurso de la cual también se construyó la portada. Se proyectó más elevada que la cabecera y se cubrió con un tejado de madera a dos aguas. Las obras se consagraron en 1098. En el siglo XVI se efectuó otra reforma, en la cual se cubrió la nave con una bóveda gótica. Esta bóveda cubre en un solo arco la anchura de la nave, 14 m, y está estructurada en cuatro tramos. Está decorada mediante medallones heráldicos situados en las claves.

Nave.

La construcción de la bóveda conllevó el reforzamiento de los muros exteriores mediante contrafuertes y un arbotante.

En su muro norte, en un hueco cerrado por una verja de hierro del siglo XIV, se ubica el mausoleo de los reyes del reino de Pamplona. Los restos agrupados de más de quince miembros de la primera dinastía navarra se han recogido en un arcón de madera de roble con herrajes neogóticos. A su lado, un Cristo muerto en la cruz del siglo XVII. En el muro sur se abren dos ventanales con columnas adosadas y capiteles decorados. Por este mismo muro se accede a la capilla, con bóveda gótica del siglo XV, en que se halla un retablo renacentista del siglo XVII dedicado a las santas Alodia y Nunilo. El acceso a esta capilla se realiza a través de una portada románica del siglo XII en la que destaca, en su tímpano, un crestón jacobeo.

Panteón de los reyes de PamplonaEditar

En el lado septentrional de la nave, frente a la capilla de las santas Nunilo y Alodia, se encuentra el arcosolio que guarda el panteón de los primeros reyes del reino de Pamplona, precursor del reino de Navarra, cuyos restos se custodian en un arca neogótica de madera, decorada con adornos metálicos.

El panteón está protegido por una reja de hierro forjado de estilo gótico tardío y junto a él se venera el llamado "Cristo de Leyre" (siglo XVI), una talla de Cristo crucificado (1,80 por 1,60 m) de gran naturalidad. Esta talla apareció cubierta de cal en el túnel de la cripta, donde habría sido escondida probablemente tras la Desamortización.

En la urna se encuentran los restos de los reyes de Pamplona Íñigo Arista (852), García I Íñiguez (870) y Fortún Garcés "el Tuerto" (905).

CriptaEditar

Cripta del monasterio.

La cripta de Leyre no es una cripta al uso. No llega a ser subterránea ni hay evidencias de que se haya destinado nunca a ser un lugar de enterramiento. Destaca por sus dimensiones y altura, así como por sus grandes capiteles, que se alzan sobre pequeñas columnas.

Fue construida para nivelar el terreno donde se alzaría la iglesia y servir como cimiento a la misma. Es de forma cuadrada siguiendo la forma de la cabecera del templo, por lo que dispone de tres ábsides circulares y cuatro naves iguales cubiertas por bóvedas de cañón. Una de ellas es más reciente que el resto, al estar en ese lugar la escalera que comunicaba la iglesia con la cripta. Se construyó en piedra caliza con cuarzo y hierro, lo que le ha dado una resistencia que le ha permitido su buen estado de conservación.

La cripta fue concebida con tres naves. Sin embargo, la nave central se dividió finalmente en dos por la arcada axial central, resultando en las cuatro naves que ahora se pueden admirar. Esta modificación influyó en el diseño del ábside central.

Los grandes capiteles son los que mantienen el peso de la cabecera del templo. Son todos diferentes entre sí, tanto en tamaño como en motivo de decoración. Algunos llevan enormes cimacios y van formando un bosque de pilares de triple codillo y de perpiaños peraltadísimos que refuerzan naves abovedadas. La decoración es muy sencilla, basándose en temas animales y geométricos. La cripta, junto a la iglesia, fue consagrada en 1057.

La puerta de entrada a la cripta, la más antigua de todo el conjunto monástico, es de un románico naciente, muy sobrio y rudo. Está formada por tres arcos de medio punto superpuestos y escalonados que apoyan directamente sobre las impostas, cuya única decoración es el bisel que le han dado a las arquivoltas.

Junto a la cripta está el túnel de San Virila que comunica con la cripta por medio de tres ventanas pequeñas y estrechas, que se abren en la pared oeste de la misma. Este túnel servía como salida del monasterio a los campos de los alrededores. En la actualidad está cegado y en su fondo hay una imagen, del siglo XVII, de San Virila, abad del monasterio durante el siglo X. Este personaje es el protagonista local de una leyenda, extendida por el camino de Santiago, en la cual Dios le hace comprender el misterio de la eternidad.

Porta SpeciosaEditar

La Porta Speciosa (puerta preciosa) es el pórtico que se construyó durante la primera ampliación de la iglesia original en el siglo XII. En ella hay constancia, por el tema de uno de los capiteles en el que aparecen dos aves con los cuellos entrelazados picándose las patas, de que trabajó el Maestro Esteban, autor de la puerta de las Platerías de la Catedral de Santiago de Compostela. En la construcción de este pórtico se reutilizaron elementos provenientes de otros lugares y trabajaron diferentes maestros de la época, lo que ha hecho muy complicado darle un significado al conjunto. La puerta está protegida por una visera y sobre ella hay un ventanal de transición y un matacán ya de la construcción gótica.

La Porta Speciosa está formada por tres parte diferenciadas:

Tímpano
El tímpano circular situado sobre las puertas contiene seis figuras. La central y más importante es el "Salvador", del que toma el nombre el monasterio. A su derecha se representan la Virgen María, San Pedro y otra figura. A la izquierda, San Juan y otras dos figuras que no han sido identificadas y de las que se cree que representan a otros evangelistas. Sostienen el tímpano sendas ménsulas en forma de toro y león. El conjunto se halla rodeado por una corona de palmetas.
Arquivoltas y columnas
Las cuatro arquivoltas que se ubican sobre el tímpano están decoradas por representaciones de seres reales y fantásticos con motivos vegetales y animales en una armonía típica del románico.
Las columnas, tres de cada lado, están coronadas por capiteles decorados con temática variada. De izquierda a derecha, los capiteles representan leones protegiendo a sus crías, personajes en cuclillas típicos de Jaca, aves con los cuellos entrelazados picándose las patas, o una cabeza aprisionada por tallos y hojas de acanto. La puerta está partida por un parteluz de mármol.
En los laterales hay figuras de santos apoyados sobre leones.
Friso
Por encima de las arquivoltas se encuentra el friso. En él se representan escenas y personajes bíblicos. De izquierda a derecha, en la línea más alta están representados San Miguel, Santiago, el Salvador, San Pedro, San Juan, escenas del martirio de las santas Nunilo y Alodia, un monstruo apocalíptico, el demonio atrapando un alma, la danza de la muerte y Jonás con la ballena. En la línea inferior se representan mediante figuras estilizadas a la Visitación, la Anunciación, un obispo o santo y un ángel trompetero, y a la izquierda otro obispo con báculo y evangelio, otro ángel trompetero y la cabeza de un hombre.
LEYENDA DE SAN VIRILA

La leyenda cuenta que Virila, abad del monasterio de Leyre, era un monje muy preocupado por entender el misterio de la eternidad. Por comprender cómo era posible vivir eternamente sin llegar a aburrirse y, por lo tanto, dejar de ser feliz. En aras de comprender dicho misterio, Virila pedía a Dios en sus oraciones que le diera la clave de su comprensión, la ayuda necesaria para poder desvelar la preocupación.

Un día se encontraba el abad paseando por los alrededores del monasterio, llegó a una fuente y se dispuso a descansar. En aquel mismo momento el canto de un ruiseñor lo ensimismó y allí quedó Virila escuchándolo. Cuando reaccionó ya era tarde y se dirigió, rápidamente, al monasterio para llegar a las obligaciones del día. Cuando llegó a la puerta, el monje portero le impidió el paso puesto que no conocía al que debía ser su abad. Virila tampoco reconoció al monje. Tanto insistió que le dejaron pasar y se fue integrando en la vida monástica sin entender cómo era posible que todos los monjes de Leyre le fueran desconocidos, y los mismos no le reconocieran a él. Pasado el tiempo un monje curioseando en los antiguos libros de historia de la congregación descubrió que hacía más de 300 años había existido un abad llamado Virila que desapareció en el bosque. Hecha la revelación cuando todos estaban reunidos en la sala capitular, se abrió la bóveda de la misma y una voz se dirigió a Virila diciéndole: "si tan pronto te pasaron los trescientos años escuchando el canto de un ruiseñor, imagina cómo pasará el tiempo en compañía del Altísimo". De esta forma Virila comprendió el misterio de la eternidad.

La leyenda, muy usual en todo el camino de Santiago, va tomando personaje principal en cada lugar. En Leyre le correspondió a Virila, o Viril, que fue abad en el siglo X. Hay base documental del año 928 donde nombran al abad Virila. En tiempo de Sancho el Mayor ya se le daba culto a este santo local tal y como se acredita en varios documentos en que lo asocian a las Santas Mártires Nunilo y Alodia. Los cistercienses incluyeron a Virila entre los santos formales y se conservan sus reliquias hasta la actualidad. Se ha ubicado en la sierra que rodea el monasterio una fuente con su nombre.

PANTEÓN DE LOS REYES DE NAVARRA

La figura del monasterio de San Salvador de Leyre como panteón real de los reyes del reino de Pamplona, a la sazón reino de Navarra, ha sido discutida en ocasiones. Antes de publicarse la obra de José Goñi Gaztambide Los Obispos de Pamplona se daba por sentado el hecho de que los primeros reyes navarros y sus familiares fueron enterrados en Leyre. Esta hipótesis se asentaba en el hecho de que, durante el periodo de dominación musulmana da la península Ibérica, las autoridades civiles y religiosas pamplonesas se refugiaron en Leyre desde el 860 hasta 1023, y en las notas de San Eulogio de Córdoba que dijo

Leyre fue durante bastante tiempo monasterio y sede episcopal, palacio real y panteón regio.

En el siglo IX, de Pamplona hacia oriente hay varias familias cristianas relevantes que llegan a estar enfrentadas entre ellas y en ocasiones pagan tributos a los dominantes musulmanes con sede en Zaragoza. No hay todavía un poder unificado y definido, lo cual impide la existencia, en ese tiempo, de lo que se entendería como panteón real. La primera noticia documentada de un obispo en Pamplona es del año 829. En ese tiempo los monasterios tenían una dependencia muy directa de las familias poderosas. La relación de Leyre con los regentes en Pamplona era fuerte, como evidencian las donaciones que éstos hicieron al mismo durante el transcurso de la historia, llegando incluso a ser monje del mismo el rey Fortún Garcés en el siglo X.

La importancia de San Salvador de Leyre dentro del reino de Pamplona y la relación que sus reyes tenían con el mismo permiten sostener que su lugar de enterramiento fuera Leyre. Lo que no se sabe es la ubicación y tipología de las tumbas. No hay evidencia alguna de que la cripta fuera utilizada como lugar de enterramiento, y se estima, en similitud del reino de Asturias de aquel tiempo, que los enterramientos podrían haberse hecho en el pórtico de la iglesia.

Los enterramientos de los reyes navarrosEditar

La documentación sobre el enterramiento de Sancho Garcés I (fallecido en el año 925) y de su hijo García Sánchez I (fallecido en 970) dice que fueron enterrados en Sancti Stefani pórtico (pórtico de San Esteban), el cual se ha venido asignando al castillo de Monjardín en Deyo (antes castillo de San Esteban, aunque hay otra hipótesis más reciente que hace referencia al castillo de Valderresa a orillas del Ebro). La conquista de Nájera y el establecimiento del centro del poder en esa ciudad no hacen que Leyre pierda relevancia. Hay constancia de que en el año 991 el rey de Viguesa, Ramiro, hijo de García Sánchez y la reina Teresa, fue enterrado en Leyre. La otra esposa de García Sánchez, Andregoto Galíndez, se establece en Lumbier, cerca de Leyre, después de romper con el rey. Esto hace verosímil la hipótesis de que se enterrara en el monasterio.

Panteón Real.

A partir de que García Sánchez, el de Nájera, fundara el Monasterio de Santa María la Real de Nájera en 1053 se estableció allí el panteón real ,pero se mantuvo viva la idea de que en Leyre descansaban los primeros reyes del reino. En el periodo de dominio aragonés sería San Juan de la Peña el panteón real y luego, ya como reino de Navarra, la catedral de Pamplona, si bien hay enterramientos en otros sitios, como los de Juan de Albert y su mujer Catalina en Lescar.


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